En el salón...

Los periódicos cubrian la mesa del salón que los Cullen no usaban para comer,sino para reunirse y tratar temas afines.
Mi mano temblona cogio uno de los articulos que hablaban sobre los asesinatos en Seathle.
Creo que ya los habiamos leido de cabo a rabo,pero solo habian pequeñas explicaciones vampiricas de las que sabia que era exiliada.
Esme estaba preocupada por esas familias,que lamentaban muertes de sus familiares por algo como eran ellos,como seria yo en un futuro.
Me sente en una de las sillas,pues mis piernas temblaban al igual que varias partes de mi cuerpo.
Cerre los ojos con algo de frustracion para volverlos a abrir.
Los parpados se me estaban cerrados,hacia dias que no dormia en condiciones y siendo humana para mi desgracia pasaba factura.
Me encogi,apoyando la cabeza sobre mis brazos,emitiendo un pequeño bostezo que intente silenciar.
Mis ojos se cerraron,estaba completamente dormida.

''Abri los ojos estaba en una especie de bosque sombrio,el de Forks.
-Edward...-le llame mi voz se perdio como el eco entre los arbustos,comenze a correr,los arboles me golpeaban mientras yo continuaba.
Alce la mano pues sentia un pico extraño,la derecha,pude ver como salia sangre de la herida de James.
-¡Ahhh!-exclame intentando quitarme la sangre,pero cada vez brotaba con mas fuerza-¡EDWARD!-le volvi a llamar pues estaba asustada y segun veia completamente perdida.
Una risa me hiso darme la vuelta,para ver una sombra entre los arboles,una sombra rojiza.
Que sin muchas contemplaciones se avalanzo sobre mí.
-¡VICTORIA!-volvi a gritar mientras mis manos intentaban pararla,esfuerzos nulos pues sus colmillos parecian querer penetrar en la piel de mi cuello''

-¡VICTORIA!-grite abriendo los ojos en el salon de la mansion Cullen,fue tal el susto que cai al suelo desde la silla donde estaba,mi vista se situo en el techo de color marfil con alguna madera sustentante pero agradable a la vista.
-Victoria...-susurre,mientras mis ojos bailaban por el salón,la cabeza me daba vueltas.

El joven rubio seguía pacientemente los pasos de su amada eterna, ninguno de los dos tenía ningún apuro al caminar, después de todo, el resto de su vida estarían juntos, y ninguno podía pedir un destino mejor.
Le hizo dar una pequeña vuelta a Alice, tomándola de la mano, mientras sonreía de forma pequeña, tímida, pero existente. Toda la máscara de frialdad que solía llevar se derretía por completo con ella, con sus movimientos gráciles y aura de felicidad permanente, con la esperanza que irradiaba...
-Jass, he olvidado mi pañuelo, ¿vas a buscarlo por mí?-sus ojos color miel brillaban con inocencia, como cada vez que le pedía un favor, tan adorable que pudo jurar que le costó soltar sus dedos mientras corría ágilmente hacia el interior de la mansión, saliendo del bosque.
No era ningún trabajo complicado, desde sus años humanos se había acostumbrado a las corridas del ejército, a escapar, a utilizar toda la fuerza, toda la resistencia de la que fuera capaz.
Ahora,con todo su potencial vampírico, aquello le sobraba.

Apenas puso un pie en la casa, dos cosas lo sorprendieron por completo.
Una, el fresco y exquisito aroma a sangre humana. Y no cualquier sangre humana. Ése perfecto bálsamo, tan dulce y tentadora, que emitía Bella Swan, la novia de su hermano.
Después de lo ocurrido durante su cumpleaños, hace un año, Jasper se obligaba a sí mismo a controlarse cada vez que ella entraba en escena. Pero el efluvio era tan fuerte, tan único...tomó una gran bocanada de aire, cerrando los ojos, y contando hasta diez, de atrás hasta delante, intentando calmarse.
Lo segundo que llamó poderosamente su atención [y no lo notó hasta que por fin pudo eclipsar parcialmente el tema de la sangre], fueron sus latidos. Demasiado acelerados, como si estuviera enfrentándose a su peor miedo, como si tuviera un pavor muy difícil de ocultar.
Exactamente así resonaban los latidos del corazón de Bella en sus tímpanos, cuando casi se arroja encima de ella para morderla, hace un año...
Jamás se perdonaría por eso.
Olvidando completamente el pañuelo de Alice, agudizó su oído para seguir el repiqueteo del corazón, llegando hasta el salón.

Allí mismo, su don hizo su acto de aparición. Su empatía a la hora de sentimientos, el terror de Bella era tangible en el aire, tan así que casi sentía que podría tocarlo sin esfuerzo.
La joven humana estaba dormida, gritando el nombre de aquella neófita entre sueños. Victoria.
Jasper abrió mucho sus ojos dorados cuando la humana se balanceó en el sofá, a punto de caer. Se apresuró a alcanzar su cuerpo y tomarla entre sus brazos. Pero había llegado tan rápido, y al parecer Bella estaba tan desorientada, que había confundido sus pétreos brazos con el suelo.
La colocó nuevamente en el sofá, su aroma era casi insoportable en una distancia tan cercana, por lo cual se alejó un par de pasos, sin dejar de mirarla con una ceja enarcada.
-Ha sido sólo un sueño, Bella.-musitó, hablando al fin. Su voz era grave y profunda, serena, ideal para tranquilizarla.